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-E-están mojados. Todo está mojado. - Dijo desalentado Tadeo observando las tres mochilas tiradas en el suelo.
- Secalo y traelo. ¡RÁPIDO!

Tadeo buscó su mochila, en la cual llevaba una especie de botiquín con diversas cosas generales y algunas puntuales para quemaduras, algo que había aprendido en sus años en la academia.
Comenzó a secarla emanando calor desde sus palmas hacia la mochila, cuidando no excederse para no quemarla, pero apurándose lo más posible.
Una vez seca, la llevo junto a Julián y comenzó a buscar el botiquín.
Entonces vio algo que lo dejó perplejo. El agua que Cristian parecía amasar en el tobillo de su novio brillaba con una luz intensa. Y la herida comenzaba a cicatrizar, lentamente. El sangrado se había detenido.

- ¡RUBIO LO ESTÁS CURANDO! - El grito de sorpresa de Tadeo fue involuntario.
- Eso intento. Cuando se cierre la herida desinfectala y vendalo. - Le ordenó Cristian.
Yo voy a seguir con el hombro.
- ¿Le saco el cuchillo de la mano...? - Preguntó Tadeo asustado por la cantidad de heridas en su amigo.
- ¡NO LO TOQUES! - Le gritó Cristian al ver que Tadeo acercaba su mano al cuchillo.
¡Hasta que no se la vaya a curar no se la toques!

Una vez cicatrizada por completo la herida del tobillo, dejando una gran cáscara de sangre coagulada, Cristian siguió con el hombro de Julián. Tadeo hizo como se le había dicho, por lo que el tobillo quedó vendado perfectamente. Agradeció internamente los años de estudio de primeros auxilios en la academia, esos mismos por los que había refunfuñado tantas veces, pensando que jamás le serían de utilidad alguna.
Luego desinfectó y vendó el hombro de Julián, el cual ya había sido sanado precariamente por Cristian, quien estaba quitando el cuchillo clavado en la mano de su novio y comenzaba a tratar esa herida.

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Tadeo abrió los ojos sorprendido, los cuales le ardieron por el agua. ¿Estaba nadando?
El impacto había sido doloroso, pero nada comparado con lo que esperaba al estrellarse contra el suelo. Entendió entonces que habían caído en una especie de laguna.
Para cuando llegaron al fondo, el agua ya estaba desapareciendo, habiendo durado solo lo suficiente como para salvarles la vida.

Los tres estaban empapados y chorreaban agua. La cual se mezclaba con la sangre de Julián, quien estaba inconsciente tendido en el suelo boca abajo. Tadeo comenzaba a ponerse en pie mientras Cristian corría hacia su novio con lágrimas en los ojos y tirando la mochila al suelo; la de Julián se había desprendido de su dueño en la caída.

- ¡Julián! ¡JULIÁN! - Gritaba desesperado mientras corría hacia su novio.

Se tiró a su lado, lo puso boca arriba y le buscó el pulso. Su alivio fue infinito al encontrarlo, aunque muy débil.
Sabía que tenían que tratar las heridas cuanto antes o moriría desangrado.
Comenzó a materializar agua en la herida del tobillo de Julián, la más peligrosa. Era hora de intentar utilizar las curaciones.
Había aprendido de su maestro que era posible curar heridas con la Manipulación de Agua. Pero nunca había logrado sanar nada muy profundo.
Tadeo se acercaba corriendo a sus amigos y contemplaba la escena entre conmovido y temeroso.
A sus ojos, Julián estaba muerto, tendido boca arriba, con un profundo corte en el tobillo y otro un poco menos peligroso en el hombro; también notó el cuchillo aún clavado en su mano. Y Cristian al lado le mojaba las heridas mientras las lágrimas caían por su rostro.

- ¿Q-qué hacés Cris...? - Comenzó a preguntar jadeante.
- ¡CALLATE TADEO! - No fue su intención gritarle. Pero no controlaba sus nervios.
¡Vení a ayudarme! ¡Trae los materiales de primeros auxilios!

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Entonces perdió el conocimiento. Cayendo al lado de sus amigos, contra el suelo de la burbuja. A la vez que esta comenzaba a descender despacio y se desmaterializaba lentamente.
Luego de unos segundos, se había desmaterializado por completo, y la suave caída asistida por la burbuja de aire se transformó en una violenta caída libre de los tres amigos.
Caían en picada, Julián inconsciente y el resto mirando horrorizados el suelo que parecía volar hacia sus rostros.
Imágenes desfilaron por la mente de Tadeo, hasta detenerse en una sombra. Una sombra a sus pies, los cuales pisaban un suelo tembloroso. Era su segunda prueba. Recordó cómo había flotado y volado hacia Juan al sentirse amenazado e intentó repetir el truco.
Extendió sus brazos hacia abajo y materializó chorros de fuego a presión. Pero no podía controlarlos y no se mantenían creados, frenando su descenso brevemente pero ni cerca de ser útiles.
La proximidad del suelo lo horrorizó y perdió las esperanzas. Le pareció que el suelo se volvía de color blanco, como si la luna se reflejara sobre un río bajo él en mitad de la noche. Estoy delirando pensó y cerró los ojos, listo para el impacto mortal.
Cristian había vivido el descenso de una manera muy diferente. No podía dejar de pensar en su novio, en todas las heridas que había sufrido, en toda la sangre que estaba perdiendo y en el exceso de poder que había empleado. Sabía que era demasiado, incluso para lo habilidoso que era Julián.
El verlo desvanecerse lo aterrorizó. Temió lo peor. Sabía que el uso desmedido de poder podía terminar con la vida de un Manipulador. Pensó en la posibilidad de que Julián hubiera muerto. Recordó la charla que había tenido con Tadeo en la carpa, en la cual le confesaba que no podía imaginar su vida sin su novio.
Entonces su cuerpo reaccionó de igual manera que lo había hecho el de Julián al perder el control y crear la burbuja que los alejó del peligro. El poder de Cristian se expandió de igual manera, una banda elástica siendo forzada al máximo.
Un gran espejo de agua, similar a una pequeña laguna se materializó debajo del trío. Creciendo más y más a cada instante, ganando altura, acercándose a ellos.
Impactaron entonces contra el agua y siguieron descendiendo, frenados por la materialización de Cristian.

Página 68 - Capítulo 10

Sentía su poder creciendo. Expandiéndose en cada célula de su cuerpo, como si alguien forzara una banda elástica hacia afuera, la estirara y estirara, llevándola a un límite en el que podría romperse.
Ya no sentía dolor alguno, la adrenalina se estaba encargando de eso.
Levantó la burbuja y los tres amigos flotaron, rodeados por su creación de viento.
Más flechas salieron disparadas hacia ellos, e incluso algún cuchillo, pero Julián no las veía. Sus ojos inyectados en sangre, llenos de miedo y furia no captaban lo que sucedía a su alrededor.
Tadeo gritaba algo, Cristian lo sostenía con ambos brazos, pero él no percibía nada de todo eso.
Entonces la burbuja de aire salió disparada hacia el cielo, elevándose por encima de la copa de los árboles, a unos 5 metros del suelo.
El ascenso fue tan violento que tanto Cristian como Tadeo se cayeron de bruces contra el fondo de la prisión aérea.
Una vez terminado el ascenso, la burbuja, con los Manipuladores dentro, voló con la misma vertiginosa velocidad hacia el norte, recorriendo más de 2000 metros, dejando el bosque atrás.


Capítulo 10 - Al límite


La velocidad con la que volaba la esfera de aire comenzó a descender.
Julián volvió a sentir dolor en su hombro y su pierna, así como también en su mano, donde vio un cuchillo clavado, el cual no recordaba cómo había llegado allí.

- Me... quedo... sin... energía. - Dijo Julián volviendo en sí entre jadeos.
Vamos... a... caer...

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Tadeo alcanzó a sus amigos y observó la escena con desesperación.
Cristian colgaba cabeza abajo, sujeto solo por un tobillo de una soga que lo había levantado 2 metros.
Julían se revolcaba en el suelo, con una trampa en su pierna, de la cual la sangre no paraba de salir.
Lejos de paralizarse, su cuerpo actuó más rápido que su cabeza.
Se acercó al árbol, sujetó la soga que iba desde la base del árbol hasta el pie de su amigo, pasando por una rama y la quemó, luego fue bajando a su amigo sin soltar la soga, lo más rápido que pudo sin lastimarlo al llegar al suelo.
Mientras Cristian se incorporaba, con la cara totalmente roja por la subida de sangre, Tadeo se había acercado a Julián y hacía fuerza para abrir la trampa, logrando finalmente liberar la pierna de su amigo, quien gritaba mientras le caían lágrimas de dolor.
Una vez puesto en pie Julián, apoyado tanto en Tadeo como en Cristian, se prepararon para seguir avanzando, pero sus atacantes ya estaban cerca, corriendo a toda velocidad hacia ellos, a menos de 50 metros, cuchillo en mano.
Una daga voló hacia ellos y rozó la pierna izquierda de Cristian, dejando un pequeño corte.

- ¡Ay! - Exclamó el Manipulador Agua.

Julián estaba fuera de si. La situación era aterrorizante. Los enemigos los alcanzarían en segundos y ellos apenas podían mantenerse en pie. Iban a ser masacrados por un puñado de enfermos psicópatas en un maldito bosque a la luz de la luna.
Entonces sucedió. La desesperación y el miedo se apoderaron de su cuerpo. La proximidad de la muerte activó algo en su cerebro, enviando torrentes de adrenalina por todo su cuerpo y comenzó a dominarlo involuntariamente.
Realizó un giro con sus brazos, abarcando todo el espacio a su alrededor y se encerró junto con Cristian y Tadeo en una burbuja de viento.
Podía sentir su corazón golpeando con fuerza contra su pecho y notaba su vena carótida impactando en su cuello. Pero también sentía algo más, algo mucho más profundo.

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La formación había cambiado involuntariamente. Ahora Cristian corría primero, seguido por Julián y último Tadeo.

- ¡Los estamos perdiendo! Sigan co... - Estaba diciendo Julián, pero se interrumpió al escuchar un chasquido más adelante.

Cristian había pisado una trampa al pie de un árbol. Una gruesa soga escondida por hojas en el suelo, la cual se envolvió en su tobillo y lo levantó por el aire a una altura de dos metros, cabeza abajo.

- ¡HIJO DE PUTA! - Gritó de sorpresa el atrapado.
- ¡Ya voy! - Gritaba Julián.

Se acercó a la base del árbol dispuesto a cortar la soga con la navaja de su mochila y frenar la caída de su novio con sus dones.
Pero al acercarse, pisó otra trampa. Ésta mucho más dolorosa. Una trampa para osos, con dientes serrados se clavó en su pierna.
Era una trampa escondida dentro de otra trampa. La activada por Cristian estaba pensada para atraer, mientras que la que estaba desgarrando los músculos de Julián era para incapacitar.

- ¡Ahhhhhhhhhhhhhhhh! - El grito de Julián fue desgarrador. Le saltaron las lágrimas y sintió un dolor indescriptible que le subía desde la pierna. Inmediatamente comenzó a sangrar desmedidamente.
- ¡Nooooo! - Gritó Cristian.
¡Aguantá amor! ¡Tadeo! ¡TADEO VENÍ! - La desesperación era palpable en la voz de Cristian mientras colgaba cabeza abajo.

Los cazadores escucharon los gritos, y si bien estaban a unos 200 metros de su presa, sabían que ya habían ganado. Podían oler la sangre y el miedo en el aire.

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El espeso bosque había quedado atrás, ahora estaban corriendo por una zona mucho más despejada, con pocos árboles y mucha luz lunar.

- ¡Sigan! ¡Están atrás nuestro! - Les hizo saber Julián.

No le gustaba el color que estaba tomando la situación. Ellos no conocían el bosque, mientras que sus cazadores seguramente si. Él estaba herido y cansado. Cristian había dormido pocas horas y Tadeo menos, si es que había dormido algo. Ellos debían también estar cansados de tanto defenderse.
Sus rivales en cambio, no habían gastado energía casi.
Debían encontrar una manera de frenarlos.

- ¡Tadeo quiero que hagas un muro de fuego tan alto y ancho como puedas! ¡Separános de ellos o nos van a alcanzar! - Dijo entre jadeos Julián, viendo a los enemigos acercarse.

Y eso hizo Tadeo, una vez Cristian y Julián pasaron corriendo a su lado, el se frenó y levantó un muro de fuego tan ancho como pudo.
El muro no era muy poderoso, pero cubría una gran distancia, superior a los 150 metros. Nunca había materializado algo tan grande, pero no tuvo tiempo de contemplar su creación, pues una flecha pasó volando a través del muro, donde se prendió fuego y se dirigió hacia ellos, pasando a pocos centímetros de su cabeza.

- ¡Ya! ¡Sigan corriendo, cuidado las flechas encendidas! - Les advirtió de un grito Tadeo.

Más flechas encendidas los persiguieron, pero no llegaban a alcanzar a los amigos, que corrían y agrandaban a cada segundo la distancia entre ellos y sus atacantes, los cuales habían comenzado a rodear el fuego de Tadeo.

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Más flechas volaron hacia ellos. El grupo de amigos estaba espalda con espalda, formando un triángulo. Cada uno realizó distintas materializaciones para repeler los proyectiles.
Tadeo lanzó un chorro de fuego tan ardiente que desintegró una flecha.
Cristian levantó otro bloque de hielo cubriendo otras dos y Julián, moviendo solo su brazo derecho, creó una corriente de aire mandando a volar el resto de los disparos.

- Rápido Tadeo, ellos no se cansan, nosotros gastamos energía en cada defensa. No vamos a ganarles si lo prolongamos. - Dijo Cristian.
- Si, ya se. Siganme. - Dijo por lo bajo.

Extendió sus brazos a los lados y los golpeó al centro frente a su cuerpo con toda la fuerza que pudo. Una poderosa onda de fuego salió despedida hacia delante, en dirección al hueco que había elegido para escapar, entre el más joven y el mayor de los atacantes.
El mayor esquivó la onda saltando hacia la izquierda y el adolescente hacia la derecha, dejando unos tres metros de brecha entre ambos.
El ataque de Tadeo dejó un camino de vegetación quemada y restos de fuego.
Tadeo comenzó a correr en esa dirección.

- ¡QUE NO SE ESCAPEN! - Gritó el cuarentón desde el suelo.

Un cuchillo voló en dirección a Cristian, quien corría tras Tadeo. Agachó la cabeza justo a tiempo para esquivarlo y la navaja terminó clavada en un árbol próximo.
Julián corría tras su novio. Arrojando corrientes de viento hacia atrás con su brazo sano, desviando la trayectoria de las flechas que se acercaban.
Los tres amigos corrieron en fila lo más rápido posible, tratando de no tropezar y esquivando las ramas de los árboles, que cada vez eran menos.

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La voz de Julián le llegaba lentamente y desde lejos. No podía dejar de mirar la cara de quienes los estaban atacando. Veía el sadismo y el ansia de sangre en sus rostros y lo paralizaba. Sus nervios eran incontrolables.
Entonces Cristian lo tomó con ambas manos de la cara y le habló cara a cara a un palmo de distancia.

- Te necesito amigo, Julián está herido. ¡Ayudános! - La voz de Cristian intentaba ser paciente, pero denotaba urgencia.

Tadeo fue poco a poco reaccionando, veía el rostro de su mejor amigo a centímetros del suyo, transpirado y asustado. Su amigo de toda la vida corría peligro y le estaba pidiendo ayuda.
En el suelo, arrodillado por el dolor veía a Julián, sangrando profusamente. Pero esta vez no fue paralizado por la sangre, sino que esto lo despertó, como si sus sentidos hubieran finalmente decidido reaccionar y encima agudizados.

- Si... Emm... Perdón chicos... Ya estoy bien... Cuenten conmigo. - Dijo por fin Tadeo con tono resolutivo.
- Bien, hay que salir de acá. - La voz de Julián dejaba notar su dolor.
- Ok. ¿Cuál es el plan?
- Vos Tadeo abrinos paso, hacé lo que sea necesario, estos tipos están enfermos. Vos Cristian seguilo, yo los cubro por atrás.
- Entendido. ¿Para dónde corremos? - Quiso saber Tadeo.
- En este momento eso es lo menos importante. Para donde se pueda, sos el guía, buscá el mejor camino, te seguimos.

Tadeo miró a sus rivales. Ya no los tenían al frente y atrás, si no que los habían rodeado en una especie de círculo macabro, todos con sus arcos levantados y algunos también cuchillo en mano.
Decidió que el mejor punto de salida sería en el espacio entre el más pequeño de los rivales, que aparentaba unos catorce años y el mayor del grupo, de unos cuarenta.

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- ¡JAJAJA! - Las risas estallaron en el bosque, todos los atacantes reían, con voz enfermiza.
- No nos hagas reir mocoso. - Dijo la mujer, ubicada detrás del grupo, junto al lanzador de la flecha que hirió a Julián.
No hay nada que puedan hacer, asquerosos Manipuladores. Este bosque es nuestro y también todo lo que entra en él. Hace rato no nos divertíamos. Fuiste muy astuto, pero nosotros más. Ahora nos toca a nosotros enseñarles una lección.
- ¡Calláte hija de puta! - Gritó con odio Cristian.
¡Si vuelven a dispararnos los vamos a destruir!
- ¡JAJAJA! El pendejito está enojado porque le tocamos al noviecito. - Las risas continuaban y parecían el único sonido en la noche.

Los arcos se tensaron y más flechas salieron disparadas hacia el grupo, tanto desde el frente como de la retaguardia.
Julián dio un giro rápido con su cuerpo y brazos y se envolvió junto a sus amigos en un campo de viento que neutralizó los proyectiles. Pero el movimiento le provocó un profundo dolor en la herida y soltó un grito.

- Chicos, estamos en desventaja, tenemos que escapar. Tadeo, no te contengas más. Quemálos a todos si es necesario. Es ellos o nosotros. - Dijo Julián desesperado.

Tadeo no terminaba de procesar la situación. Todo estaba sucediendo muy rápido. La sangre en el cuerpo de su amigo lo distraía, no podía olvidar su pesadilla. El miedo lo estaba dominando, nublando su vista y afectando sus sentidos. Temía por su vida. Temía por sus amigos.
Julián estaba arrodillado sobre una pierna por el dolor. Más flechas volaron hacia ellos. Esta vez fue Cristian quien los protegió creando paredes de hielo que frenaron los disparos.

- ¡Tadeo! ¡Reaccioná Tadeo! - Gritaba Julián.

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- ¿Quién habla? ¡Aparecé! ¡Mostráte cagón! - Gritó con furia Julián.
- Tus hilitos de viento son muy buenos, lástima solo los hayas tendido sobre el suelo.

Mierda, pensó Julián. Esos tipos habían estado observándolos y estudiándolos. Habían visto su sistema de alerta y encontraron la manera de evadirlo. Las vibraciones que él había sentido, de donde provinieron las primeras flechas, seguramente habían sido intencionadas, para que descuidara su retaguardia. No había considerado un acercamiento por sobre los árboles. Seguramente los enemigos habían visto eso y aprovecharon para rodearlos por el aire.

- Cuidado, nos estuvieron observando. Prepárense para escapar. - Dijo Julián nervioso.
- En tus sueños pendejo. - Dijo otra voz, mucho más cerca, que venía del lugar que había previsto Julián.

Entonce vieron a sus atacantes. Los del frente se acercaron y entraron en su campo de visión. Tres al frente. Todos armados con arcos y flechas, así como con cuchillos colgando de sus cinturones. Luego escucharon un ruido a sus espaldas, era el chasquido de la tierra al ser aplastada por el descenso de otros dos enemigos que descendieron de un salto del árbol del cual habían disparado la última flecha.
El grupo era diverso, había cuatro hombres y una mujer. Todos de diferentes edades, al parecer entre los catorce y cuarenta años.
¿Qué carajos? Pensó Tadeo. ¿Una familia cazadora?

- ¿Estás bien? - Cristian miraba el corte de su novio.
- Ja, eso es un rasguño nene. Yo me preocuparía por otras cosas. - Dijo el más grande del grupo, ubicado al frente de los amigos.
- ¿Qué quieren? - La voz de Julián era fría como el hielo.
- ¿Qué queremos? ¡Jaja! Todo. Nada. Divertirnos. Y por supuesto, un botín. - Su sádica mirada se dirigió a sus mochilas.
- No queremos peleas, solo estamos cruzando el bosque. Váyanse y conserven la vida. - Dijo desafiante Julián.

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Tadeo agudizó su audición tratando de captar cualquier sonido. Pero lo único que percibía era lo normal, ruido de viento y hojas al moverse, y algún que otro animal lejos de allí paseando por el bosque.
De pronto Julián gritó.

- ¡Cuidado! ¡Flechas!

Y Tadeo las vio. Una lluvia de flechas volaba hacia ellos desde la dirección señalada por su amigo.
Julián inmediatamente desmaterializó sus hilos de aire, ya no necesitaba gastar energía y concentración en eso, había cosas más inminentes.
Se colocó frente a sus amigos y levantó sus manos desde el suelo hacia el cielo. Una violenta pared de viento se interpuso entre ellos y los proyectiles, los cuales rebotaron y cayeron al suelo.
Julián escucho un sonido que rasgaba el aire a sus espaldas y se corrió justo a su izquierda para esquivar otra flecha que venía desde un árbol situado arriba y detrás de ellos. La flecha le habría perforado las vértebras cervicales de no se por su movimiento, pero aún así le rasgó el hombro izquierdo, dejando un gran corte en su ropa y piel, antes de clavarse en el suelo.

- ¡Ay! - Gritó Julián.

Miró su hombro, del cual brotaba sangre manchando su ropa. El corte parecía profundo pero no peligroso, al menos de momento, tenía que tratarlo o perdería demasiada sangre. Esa maldita flecha había venido de otro lado, no había sentido movimiento por esa zona, estaba desconcertado.

- Predecible, niño. - Dijo una voz que provenía del mismo lugar que la flecha.
Yo sabía que harías eso, así como sabía que no esperarías que te rodeemos.

La voz parecía disfrutar de la escena.

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Salieron de la carpa y vieron a Julián sentado en el suelo, con los ojos cerrados, concentrándose.

- ¿Cuánto tiempo tenemos? - Preguntó Cristian.
- Unos quince minutos. Ya sabés que hacer. - Le respondió su novio.
- Si... Tadeo vení, ayudame a guardar la carpa.
- ¿Eh? ¿Quince minutos para qué? ¿Guardar la carpa? - Tadeo no estaba seguro de que esa fuera la principal preocupación.
- Si. Guardamos la carpa y nos ponemos las mochilas, dejamos todo listo por si tenemos que correr. - Dijo Cristian mientras comenzaba a guardar las cosas.
- Ahh... Ok... Pero... ¿Quince minutos para qué tenemos?
- Para dejar todo listo Teddy, ya te dije; apuráte.
- ¿Y quién está viniendo? - Tadeo se sentía perdido. Veía a sus amigos preparándose para algo pero él no sabía qué esperar.
- Eso no lo se, pero si Juli dijo que vienen, están viniendo. Basta de preguntas, concentrate.

Cristian y Tadeo guardaron la carpa y las cosas en las mochilas y se pusieron las suyas. Justo cuando se acercaban a Julián para darle su mochila, él se puso de pie.

- Vienen por allá. - Dijo señalando con su dedo hacia la oscuridad del bosque.

Los tres amigos se pusieron tensos uno al lado del otro, con Cristian en el medio, tratando de mirar en la dirección señalada.
Pasaron los minutos en completo silencio y nada sucedía.

- Emm... ¿Estás seguro Julián...? - Comenzó Tadeo.
- ¡Shhh! Si, venían por ahí, más de uno estoy seguro. Hagan silencio.

Página 58 - Capítulo 9

- ¡Shhhh! ¡No grites! - Lo reprendió Julián.
Estabas soñando nada más, te quedaste dormido. ¡Tremenda guardia la tuya eh!

Tadeo se puso rojo de la vergüenza. Soltó a Julián y miró su reloj, eran las 03.00. Había descuidado casi una hora su guardia.

- ¿Por qué no me llamaste cuando me tocaba? - Preguntó furioso.
- Quise dejarte dormir un rato más...
- Las guardias tienen límite por algo Tadeo. Para evitar dormirse. Nunca más hagas eso. Gracias por la intención, pero es muy peligroso lo que hiciste. - El tono de Julián se iba calmando.
- Está bien... No sabía... Perdón...
- No pasa nada, ya fue. Cubrime ahora mientras preparo los hilos y andá a dormir.
- Si, dale. - Tadeo seguía avergonzado por su error.

Julián extendió hilos en todas las direcciones en las que fue capaz y se sentó a esperar. Tadeo entró a la carpa y se acostó. Pero no tenía absolutamente nada de sueño. La pesadilla lo había dejado muy mal. Tenía todavía grabada en su mente la imagen de la carpa ensangrentada y la mano marcada con sangre en la entrada.
El tiempo pasaba y no lograba dormirse, miraba a su amigo, dormido a su lado y pensaba en la desesperación que había sentido al pensar que estaba muerto.
De pronto sucedió algo que no esperaba ver esa noche.
El cierre de la carpa se abrió y Julián asomó la cabeza con cara de preocupación.

- Ahí vienen. - Fue todo lo que dijo mirando a Tadeo.


Capítulo 9 - El presagio de Julián


Inmediatamente Tadeo despertó de una sacudida a Cristian y le transmitió la alerta de Julián, quien había vuelto a salir de la carpa para prepararse.

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En todo lo que sus amigos podían hacer casi sin dificultades y lo poco que él podía lograr aún.
Decidió que apenas salieran de ese bosque, comenzaría a entrenar más seriamente. Debía mejorar, quería mostrarse útil ante sus amigos.
Sus pensamientos empezaron a vagar. Volvió a pensar en el examen y en Claudio, en lo mucho que había aprendido de él y otra vez en la anciana bruja y cuan fácil controló su mente con esos ojos penetrantes y severos.

Entonces la anciana se apareció ante él, con esos ojos penetrantes y esa mirada fija. Como si lo clavara al suelo y el no pudiera moverse. Quería gritar para alertar a sus amigos pero no le salía la voz de la garganta, estaba paralizado. Miró hacía la carpa con la esperanza de que lo vieran, pero lo que vio lo petrificó. La carpa estaba destrozada, tenía tajos y jirones de tela por todos lados. Pero eso no era lo peor, lo peor era la sangre. Había sangre por todos lados. Sangre en el techo, sangre en los costados y sangre en la entrada de la carpa. Había una mano de sangre marcada junto al cierre de entrada. La cantidad de sangre indicaba una masacre. No solo habían matado a alguien dentro de la carpa, lo habían despedazado brutalmente.
El pánico se apoderó de su cuerpo, comenzó a temblar descontroladamente, quería gritar, quería llamar a sus amigos, asegurarse que estuvieran bien, pero no podía emitir sonido. Quiso ponerse en pie pero era imposible, la mirada de la anciana lo tenía clavado al suelo.
La anciana fue entonces acercándose a él hasta tomarlo por los hombros y comenzar a sacudirlo violentamente, susurrándole su nombre con voz enfermiza y siniestra.

-Tadeo... T a d e o... ¡ T A D E O !

Entonces despertó.
Julián estaba llamándolo y sacudiéndolo por el hombro para despertarlo.

- ¡NO! - Gritó Tadeo, antes de entender lo sucedido.
¡Julián! ¡Estás bien! - Se paró de un salto y le dio un fuerte abrazo a su amigo. Mientras miraba la carpa, la cual estaba tal cual la había visto antes de quedarse dormido.
Su corazón golpeaba con furia contra su pecho.

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Tadeo en cambio estaba bastante relajado. No sospechaba nada raro, ni creía las palabras de Julián. Nada raro habían notado y no veía motivo para que nadie los atacara durante la noche. Tampoco es como si llevaran demasiadas pertenencias ni nada de valor.
Cristian por otro lado compartía la seguridad de Tadeo. Pero conocía lo suficientemente bien a su novio como para no dudar de él. Y si él temía, era por algo. No era común que Julián se mostrara tan inseguro y eso lo asustaba. Se planteó si no habría sido una equivocación decidir cruzar el bosque en lugar de rodearlo; pero no quiso seguir pensando en eso, ya no tenía sentido a estas alturas.
Los chicos armaron la carpa sin prestar mucha atención al sitio en donde lo hacían, mientras cenaban algunas frutas y barras energéticas. Esta vez no se preocuparon en perder tiempo rodeando la carpa con una canaleta.

- Tadeo, ¿Te parece bien hacer la primer guardia? - Dijo Julián.
- Si obvio, quédense tranquilos y descansen, yo me encargo. - Dijo alegre Tadeo, por fin se sentía útil.
- Perfecto, la segunda la hago yo y la última Cristian. En 2 horas despertame.
- Ok...

Cristian y Julián entraron en la carpa. Tadeo se quedó solo afuera.
Al menos no estamos tan a oscuras, pensó Tadeo.
La luz de la luna se filtraba tenuemente por entre las hojas de los árboles, iluminando la zona de un blanco pálido que generaba sombras extrañas por doquier.
Estuvo tentado de encender una pequeña fogata para calentarse un poco y tener mejor visibilidad, pero supuso que eso sería lo mismo que encender un cartel luminoso diciendo ESTAMOS AQUÍ.
Su guardia fue lenta y aburrida, el tiempo parece estirarse cuando no tenés nada que hacer ni con quién hablar. Peor aún teniendo sueño y ganas de acostarse calentito adentro de la carpa.
Su reloj le indicó que ya eran las 02.15, por lo que habían transcurrido las dos horas de su guardia. Pero decidió aguantar un poco más, para que sus amigos tuvieran turnos más cortos.
Pensó en lo mucho que aportaban ellos en el viaje, especialmente Julián.

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-Mmm... Yo no se si aguantaré otras diez horas seguidas caminando y menos en completa oscuridad. - Dijo Tadeo.
- Si... Eso es verdad... - Asintió Cristian
¿Vos que pensás amor?
- Yo creo que ambas opciones apestan. Si seguimos, vamos a estar muy cansados y en caso de problemas, no nos va a ir nada bien. Si paramos. es muy probable que seamos atacados mientras dormimos. Y eso tampoco me gusta. - Dijo Julián enojado.
- Dale vampiro, cortala. Dejá de asustarnos. No hay nadie siguiéndonos. Vamos a dormir y quedémonos tranquilos.
- De que nos siguen no tengo dudas Tadeo. De sus intenciones si, no tengo certeza que quieran atacarnos. Supongo que si, porque les interesarán nuestras provisiones. No debe ser fácil vivir en el bosque, si es que ese es el caso. Pero la lógica me lleva a suponer que si nos siguen desde ayer o anteayer y mañana ya saldremos del bosque, ésta es su última oportunidad de hacer lo que sea que quieran hacer con nosotros. - Sentenció Julián.

Dicho esto se formó un silencio incómodo. Tadeo tenía que admitir que lo que decía Julián tenía mucho sentido. Por otro lado, sus amigos habían estado actuando raro desde que habían entrado al bosque y nunca habían siquiera visto a nadie más o nada extraño; no había motivos para sospechar que esta noche fuera diferente a las anteriores.
Finalmente Julián rompió el silencio.

- Listo, acampemos. No tiene sentido que nos agarren sin energía en unas horas. Vamos a hacer guardia en turnos alternados. Dos horas cada uno, en seis horas nos levantamos y seguimos camino. Quiero salir de este bosque de mierda lo antes posible.

Julián no tenía ninguna duda de que serían atacados, o algo por el estilo. Eso no le molestaba, una vez hecho a la idea, no le infligía miedo. Su temor provenía del desconocimiento. No sabía cuántos serían, ni con qué dones, ni mucho peor aún, cuáles serían sus intenciones. Temía por Cristian. Temía no poder protegerlo.

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Todo esto pensó Tadeo mientras creaba fuego en contacto con la cara externa de la campana de agua.
Inmediatamente fueron envueltos por vapor.
Julián no perdió tiempo, hizo los cambios en las mochilas según lo previsto tardando menos de dos minutos.

- Listo. - Dijo Julián.

Ambos Manipuladores desintegraron sus creaciones. A Tadeo le latía ligeramente la cabeza por el esfuerzo.

- ¿Pudiste? - Le preguntó Cristian a su novio.
- Si, sigamos.

El grupo continuó el viaje, tenían la esperanza de no tener que pasar otra noche en el bosque, pero ya comenzaba a oscurecer y no parecían estar cerca del linde del mismo.

- Déjenme ver cuánto falta dijo Julián.

Comenzó a levitar, elevándose más allá de la copa de los árboles, las cuales lo engulleron, impidiendo que sus amigos pudieran verlo.
Al poco tiempo descendió, con cara de enojo.

- Ésta es la situación. Estamos a unas diez horas más de caminata de salir del bosque. Podemos parar y hacerlo mañana, o seguir caminando hasta la mañana y salir del bosque por fin. ¿Qué opinan?

A Tadeo le resultó raro que Julián les pidiera su opinión. Por lo general, expresaba su punto de vista y decidía por el grupo.
Supuso que su amigo no estaba seguro sobre qué decidir, y por eso les pedía opinión.

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- ¿Eh? ¿Para qué? - Preguntó sorprendido Cristian.
- Ayer les dije que no estábamos solos en el bosque. Ahora sospecho que nos siguen... - Respondió su novio.
- ¿Qué? ¿Pasó algo...? - Interrumpió Tadeo.
- Nada puntual, pero tengo esa sensación y prefiero que seamos precavidos.
- Mmm... Ok, ¿Lo hacemos ahora? - Preguntó Cristian.
- Si. Dejemos las mochilas en el piso.

Los tres amigos se juntaron e hicieron lo que Julián había dicho.
Cristian comenzó a materializar una especie de campana de agua que los cubría completamente en forma de domo.

- Bien, ahora vos Tadeo creá un poco de fuego por el borde exterior del agua de Cristian, lo que quiero es que logren vapor, mucho, todo el que puedan, para asegurarnos de que no se nos pueda ver. Mientras tanto yo ordeno rápido las cosas en las mochilas.
Tadeo no sabía si su amigo estaba siendo paranoico o qué, pero hizo lo que le pidió.

Comenzó el complejo proceso de la materialización. El cual requería concentración e imaginación.
Para materializar algo, se necesita primero visualizar lo que se quiere lograr. Comprender la forma y densidad de la creación deseada. Así como el área a abarcar y la prolongación deseada de dicha materialización en el tiempo.
Luego hay que concentrarse para crearla, ese paso un poco más intrincado. La concentración es la clave de cada materialización. Una vez imaginado lo que se quiere hacer, hay que sentir el poder fluir por el cuerpo y hacerlo extenderse más allá del mismo. Cada Manipulador siente el poder en su cuerpo, pero hacerlo cobrar vida fuera de él, es lo difícil.
Finalmente, se realiza un movimiento acorde con brazos y o manos, dándole forma a la materialización deseada. Si bien cada creación es única e independiente tanto de las de otros Manipuladores como de las otras del mismo Manipulador, todas requieren una forma de expresión corporal que las ayude a nacer. Así como un cantante le da fuerza y sentimiento a sus canciones gesticulando con sus brazos y cuerpo, un Manipulador debe unificar su gesticulación con lo que está creando en su mente para lograr el éxito.

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Desayunaron y comenzaron la caminata, ya no faltaba mucho para el mediodía, habían comenzado tarde.

- Deberíamos tener un plan de defensa en caso de imprevistos. - Dijo Julián de pronto mientras caminaban.
- ¿Eh? ¿A qué te referís? - Preguntó Tadeo.
- Me refiero a que no me gustaría que nos sorprendan con la guardia baja, pero en caso de suceder, que sea lo menos sorpresivo posible.
- Te entiendo. - Respondió Cristian.
¿Qué proponés?
- Propongo que no llevemos más de ahora en adelante la comida en una sola mochila, sino que la dividamos entre las tres mochilas, lo mismo con el dinero.
- Claro, así en caso de algo... Tenemos más chances de no quedarnos sin nada... - Comprendió el Manipulador Agua.
- Exacto, la ropa y pertenencias, obviamente cada uno lo suyo en su mochila. A parte, yo voy a llevar las herramientas y vos la carpa. - Le dijo a su novio.
- ¿Por qué eso?
- Porque es lo más importante. - Respondió Julián.
- ¿Y por qué no la lleva Tadeo...?
- Porque así en cualquier caso, tanto Tadeo como yo vamos a priorizar protegerte a vos, por llevar la carpa.
- Ah... - Cristian se quedó pensativo.
- Me parece bien. - Agregó Tadeo comprendiendo la idea de Julián.
- Bueno, ¿Paramos a reordenar las mochilas entonces?
- Si, pero primero quiero que hagas algo. - Le dijo Julián a Cristian.
- ¿Qué?
- Nos vas a esconder con una burbuja de agua.

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- Buen día rubio.
- Buenas Teddy. ¿Querés que te ayude a bañarte? - Le preguntó Cristian aun secándose el pelo.
- Emm...

La verdad es que no quería. No quería que nadie viera su cuerpo desnudo. Ni siquiera su mejor amigo. Pero se moría de ganas de limpiarse el cuerpo. Hacía dos días que no tomaba un baño y se sentía sucio.

- Dale bobo, yo no te miro. - Le dijo Cristian al ver que su amigo no respondía.
- Bueno... Dale... - Respondió Tadeo dudoso.

Luego de que Cristian lo ayudara dándole agua y pudiera bañarse, Tadeo se sentía como nuevo y estaba de buen humor.

- ¡Gracias rubio! Despertalo a Juli que yo preparo el desayuno.

Cristian entró en la carpa y Tadeo buscó comida en la mochila de los víveres, que era la que él llevaba.
Al rato salieron los novios de la carpa.

- ¡Fa! ¡Qué ojeras vampi! - Dijo Tadeo al verlo a Julián.
- Si... ayer fue... cansador. - Respondió con voz seca.

Tadeo no lo dudaba.
La cantidad de Manipulaciones que había hecho Julián el día anterior era alta. Pero lo importante, es que habían sido de gran poder, o eso sospechaba Tadeo.
Tanto la flotación como los dos usos de ese sistema de alerta, deberían ser demasiada energía y concentración para cualquier novato, e incluso cansadores para alguien experimentado. Sin olvidar la agotadora caminata que hicieron durante todo el día en el bosque.

Página 50 - Capítulo 8

- Ahh... - Dijo Tadeo medio suspirando. Aunque su tono daba a entender que no comprendía del todo.
- Como te dije, hay muchas razones. Lo admiro, como novio y como persona. Es realmente un gran compañero conmigo, siempre lo tuve a mi lado y pude contar con él en todo momento. Eso me parece impagable, el saber que siempre hay ahí alguien para vos, te llena de paz.
- Los envidio rubio...
- Jaja, quedate tranquilo Teddy. Ya te va a pasar, y va a ser lo más grande y fuerte que te pase en tu vida. Vas a encontrar a alguien que te ensanche el corazón y te haga una mejor persona. - La sonrisa de Cristian estaba llena de afecto hacia su amigo.
- Si... Eso espero rubio... Gracias amigo. - Dijo Tadeo despacio.
- De nada. Voy a dormirme ya Teddy, buenas noches.

Tadeo estuvo largo rato pensando en todo lo que le había dicho su amigo, le costó bastante poder dormirse.
Luego de unas horas, lo logró.


Capítulo 8 - Al acecho


Al otro día, Tadeo se despertó al sentir movimiento. Era Cristian saliendo de la carpa. Julián aún dormía.
Se quedó acostado intentando volver a dormirse pero no pudo. Escuchó ruido de agua que provenía de afuera. Seguramente Cristian se estaría bañando. Luego de media hora de asegurarse que no podría volverse a dormir, decidió levantarse y hacerle compañía a su amigo.

Página 49 - Bonus "Un mes de Odisea Final" 3/3

Después de cenar, Cristian y Julián fueron a acostarse, mientras Tadeo terminaba de limpiar y ordenar lo ensuciado.
Julián había desarmado su red de seguridad antes de entrar a la carpa, al parecer agotado.
Tadeo se quedó contemplando la oscuridad del bosque un rato. Sus pensamientos vagaban.
Pensó en su examen, pensó en su hermano. Pensó en todo lo que quería lograr. Pensó en la prueba final, lo mucho que había entendido de si mismo en esa parte.
Parecía que iba a ser una noche larga para él, así que optó por meterse también en la carpa y ver si alguno de los chicos seguía despierto para hablar.
Al entrar, escuchó los débiles ronquidos de Julián, quien se había dormido en el acto. Realmente se había agotado durante el día.
Luego notó que Cristian estaba despierto. Estaba acostado de lado, abrazando a Julián, mirándolo dormir, con ojos llenos de amor.
Tadeo se acostó y se quedó mirando el techo de la carpa. Finalmente habló:

- ¿Qué se siente rubio?
- ¿Qué cosa? - Preguntó Cristian.
- Ese amor. El que ustedes comparten. Los envidio. - Dijo en tono profundo Tadeo.
- Ahh... Eso... - Dijo pausado Cristian.
No se Teddy, no sabría explicarlo. Capáz si me hacés preguntas me sea más fácil ir respondiendo.
- ¿Cómo empezó?
- Mmm... No te sabría decir. Simplemente fue... Y siguió siendo... Y es. Siempre estuvimos juntos, vos sabés. Desde chicos. Eramos mejores amigos, andábamos siempre juntos y bueno, al ir creciendo nos dimos cuenta que no queríamos estar separados. Y era diferente a mis otras amistades. Por ejemplo lo que siento por vos, es otro tipo de amor. Con él... No se, simplemente nunca pude imaginar mi vida sin él. - Respondió Cristian con tono reflexivo.
- ¿Y por qué estás con él? ¿Cómo sabés que es con quien querés estar toda tu vida?
- Esa es más fácil. Y hay muchas razones, pero la más importante, creo que es porque él me hace feliz.

Página 48 - Bonus "Un mes de Odisea Final" 2/3

Julián volvió a armar la red de alerta.
Esta vez Tadeo le prestó más atención.
Vio que unía sus manos en el pecho, cerca del corazón y luego las extendía con fuerza en una dirección con las palmas abiertas pero pegadas por la muñeca; supuso que enviando el hilo de aire en esa dirección.
Lo vio hacerlo más de veinte veces, hacia cada rincón que le permitían los árboles.

- ¿Hago la cena y ustedes arman la carpa? - Preguntó Tadeo.
- No. No hagas fuego. Mejor ayudálo vos a Cristian con la carpa. - Le dijo Julián con tono cansado.
- Mmm... Bueno... ¿Por qué no querés que haga fuego?
- Porque no quiero que envíes fuegos artificiales indicando a dónde estamos.
- ¿Eh? ¿Fuegos artificiales? - Tadeo no entendió nada.
- Pensá Tadeo. Tengo hilos de aire concentrado formados por todo el bosque. Si vos haces fuego, podes llegar a tocar un hilo con eso, y se quemarían todos los hilos. Acordáte que el fuego consume el oxígeno. Mi Aire tiene grandes cantidades de eso. Crearías una línea de fuego flotante desde todas las direcciones en las que armé mi red hacia nosotros, que somos el centro. Como dije, fuegos artificiales indicando a dónde estamos.

Tadeo se sintió un idiota. Ya sabía que el fuego consumía el oxígeno. Era común que por esto en un enfrentamiento, un Manipulador Fuego tuviera relativa ventaja ante un Manipulador Aire.
Pero no había pensado en las redes de Julián ahora. Y entendió lo peligroso que era encenderlas.

- Ok, yo armo la carpa entonces...
- Si, yo no puedo ponerme con eso ahora. - Dijo Julián, quien parecía gastar las últimas energías del día en su sistema de seguridad.

Cristian y Tadeo armaron la carpa; luego los tres cenaron algunas cosas rápidas que llevaban en la mochila y no necesitaban cocción.

Página 47 - Bonus "Un mes de Odisea Final" 1/3

- Bueno dale, descansen lo que necesiten y sigamos adelante. No quiero mantener la guardia mucho tiempo, no quiero agotar mi concentración en este bosque. - Dijo Julián.

Tadeo quería hacerle mil preguntas más. Quería saber cómo había aprendido a hacerlo. Si se lo habían enseñado o lo había inventado el. A qué distancia llegaban los hilos. Si captarían movimientos de animales pequeños o solo de cosas grandes como una persona. Qué sensación recibía Julián al vibrar un hilo. Tenía mil preguntas, pero no era el momento. Su amigo estaba usando su concentración para mantenerlos a salvo mientras descansaban, tenía que aprovechar eso.

Luego de un rato de descanso e hidratación brindada por la Manipulación de Cristian, el grupo se puso en pie, Julián deshizo su red de aire y reemprendieron la caminata.

- No estamos solos en este bosque chicos. - Dijo Julián.
- ¿Qué sentiste? - Le preguntó su novio.
- La red me mostró la presencia de más gente. Al menos una persona. Pero no estaba cerca, ni tampoco acercándose a nosotros. Nada grave, por ahora, solo tengan en cuenta que no estamos solos. De todos modos era de esperar ¿No? - Agregó Julián.
- Si... Supongo... Es muy grande el bosque dijiste. - Respondió Cristian.
Bueno, tranquilos. Sigamos nuestro camino y listo.

Tadeo notó cierta duda en el tono de su amigo, y no le gustó. ¿Por qué se mostraban tan inseguros respecto al bosque? Dijeron que no lo conocían, no había motivos para temerle... ¿No?

Al caer la noche, el grupo decidió armar la carpa en el primer lugar que encontraron con un poco de espacio para hacerlo. Si bien la carpa era pequeña, para cuatro personas, estaban en una parte del bosque que tenía tantos árboles y tan juntos que casi no había lugar para hacerlo.

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- ¿Qué hace? - Preguntó Tadeo a Cristian.
- Tiende hilos de aire.
- ¿Eh? ¿Qué cosa?
- Mmm... Imaginálo como una tela de araña hecha de aire que flota en todas direcciones, y nosotros estamos en el centro.
- Ahh... ¿Y para qué?
- Es una especie de sistema de alerta de intrusos. Los hilos de aire recorren muchos metros en cada dirección, y son sensibles al movimiento, por lo que si algo los roza, la vibración le llega a Julián y se da cuenta que alguien anda cerca.
- ¡Wow! ¡Qué ingenioso! Es increíble lo que puede hacer el vampi.
- Si, es realmente habilidoso. Vive entrenando y pensando nuevas maneras de usar sus dones. - Respondió orgulloso Cristian.

Luego de extender más de veinte hilos de aire, Julián se sentó con los chicos, donde Cristian lo abrazó.

- Decime Julián. ¿Cómo hacés para mantener esos hilos? ¿No te consumen la concentración? - Preguntó Tadeo.
- Si y no. No puedo dejar de pensar en ellos. No tanto para que se mantengan, porque puedo descuidarlos y no desaparecen, al menos por un rato; pero si los descuido, de nada sirven. Es decir, no tiene sentido que me envíen una alerta con vibraciones, si yo no estoy concentrándome en ellos. No la voy a sentir.
- Uff... Debe ser agotador. ¿Por qué lo hiciste?
- Porque no conozco esta zona. Y no me gustaría ser tomado por sorpresa por nadie acá.

Tadeo estaba cada vez más sorprendido por el poder de Julian. De por si, el hecho de que pudiera descuidar sus Manipulaciones y no desaparecieran, era algo asombroso. El no podría olvidar un fuego creado y mantenerlo vivo. Pero había algo más. No solo le sorprendía el alto poder y dominio que tenía su amigo, sino su ingenio. Cada vez que Julián hacía algo con sus dones, Tadeo sentía que debería practicar más, tratar de mejorar; de ser útil al grupo. Buscar una manera de que su fuego fuera útil.

Página 45 - Capítulo 7

- ¿Que qué? ¿No es la gran cosa? ¿Sabés lo que daría yo por volar?
- ¿Y? ¿Qué viste? - Preguntó Cristian interrumpiendo.
- Lo vamos a tener que atravesar. Es largo y más adelante parece bastante espeso. Pero es muy ancho también, no vale la pena rodearlo.
- Mmm... Bueno, si vos decís... - Dijo Cristian dudoso.


Capítulo 7 - En el bosque


Continuaron el camino, entrando al bosque. La caminata se volvió más lenta y torpe. Esquivando ramas y arbustos. Saltando charcos y prestando atención a cada paso.
La espesura se fue haciendo más notoria. Poco podía verse del cielo, ya casi completamente tapado por las hojas de los árboles.

- ¿Descansamos un poco? - Dijo entre jadeos Tadeo.
- ¿Es necesario? - Preguntó secamente Julián.
- Un rato nada más, estoy muerto. - Dijo Tadeo y se recostó contra un árbol.

Cristian se sentó a su lado. Creó un poco de agua en sus manos, de la que ambos bebieron y luego se lavaron la cara y las manos de Tadeo.
Entonces Tadeo se percató de que Julián hacía algo raro.
Estaba a unos metros de ellos, realizando movimientos con sus manos, que comenzaban en su pecho, y luego se extendían rápidamente hacia afuera, estirando sus brazos fuertemente hacia el bosque.

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- En realidad no lo es, si dominás la concentración multiobjetiva. - Acotó Julián.
El único problema, es que a Cristian todavía no se le da muy bien la aceleración de partículas de su Manipulación. Entonces le cuesta mucho calentar el agua.
- Si... Y cuando me pongo nervioso o me desconcentro la congelo. - Dijo Cristian avergonzado.
- Jaja. ¡Qué gracioso! - Rió Tadeo.
- No lo es tanto si te estás bañando. - Replicó Julián.

Pasado el mediodía, y ya con varias horas de caminata desde el desayuno, llegaron al final de la llanura. Un bosque se extendía al frente de ellos.

- ¿Anduvieron alguna vez por aca? - Preguntó Tadeo.
- No, nunca vinimos para el norte, generalmente íbamos para el lado del mar, al este...
¿Qué hacemos? Lo atravesamos... ¿O lo rodeamos? - Preguntó Cristian mirando a Julián.
- Déjenme ver. - Dijo el Manipulador Aire.

Dicho esto, se levantó del suelo, flotando hacia el cielo, lentamente, hasta alcanzar unos ocho metros de altura.
Abajo, Tadeo lo miraba maravillado.
Julián estuvo un buen rato en el cielo flotando, mirando el horizonte y contemplando las posibilidades.
El bosque parecía extenderse un buen trecho por delante, pero también lo hacía a lo ancho. No parecía una buena opción rodearlo, perderían por lo menos dos días en hacerlo.
Finalmente descendió.

- ¡¡¡WWWOOOOWWW!!! - Gritó Tadeo fascinado.
¡Impresionante! ¡Sos increíble vampiro!

- No es la gran cosa... - Dijo Julián.

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- ¡Uy perdón amor! - Dijo Cristian apenado.
- Concentrate, ya casi termino. - Dijo Julián. Su voz sonaba difusa desde adentro de la burbuja de agua.

Cuando terminó de asearse, disolvieron la burbuja y se vistió. Entonces Julián le preguntó a Tadeo:

- ¿Querés bañarte vos también Tadeo?
- Emm...

Tadeo pensó en sacarse la ropa frente a sus amigos. Si bien con ellos tenía un poco más de confianza en el tema, le daba vergüenza hacerlo.

- No gracias, capáz después...
- Como quieras.

Desayunaron y continuaron el camino al norte.
Caminaron unas horas en completo silencio, al parecer, cada uno inmerso en sus pensamientos.
Hasta que alguien por fin habló.

- ¿Y cómo lo hacen? -Preguntó Tadeo.
- ¿Qué cosa? - Dijo Cristian.
- Eso, el baño. La burbuja.
- Ahh... Es fácil, bah más o menos... Yo creo agua e intento mantenerla quieta. Él se encarga de encerrarla y envolverla para que no se escape. A la vez él la levanta del suelo para que sea más fácil de manejar, y yo me tengo que ocupar de no llenar la burbuja de agua para que la cabeza quede libre para respirar.
- ¡Wow! Suena difícil. - Dijo Tadeo sorprendido.

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- ¿Para qué le hacen esa zanja alrededor de la carpa? - Preguntó Tadeo al ver los chicos cavando con una pequeña pala que habían sacado de la mochila de Julián.
- Por si llueve. Para que el agua caiga y corra por la zanja y no se amontone al lado de la carpa y la levante, o algo por el estilo. - Le dijo Cristian.

Tadeo estaba agradecido de que sus amigos hubieran tomado las previsiones necesarias para el viaje. Él nunca había salido de su ciudad y no sabía mucho de la vida al aire libre.

- ¿Y pero no es más fácil que si llueve controles el agua y listo? - Replicó Tadeo.
- Obvio que es más fácil. Y de ser necesario lo hago. ¿Pero no te parece que yo también voy a querer dormir? No puedo concentrarme en controlar la lluvia y descansar.
- A si.. claro...

Terminaron de cenar y se metieron en la carpa a dormir. Ninguno tardó en hacerlo, la caminata los había dejado extenuados.

Al otro día, Tadeo se despertó por el ruido que venía de afuera de la carpa. Ruido a agua agitándose dentro de un frasco.
Vio que estaba solo en la carpa y se asomó por la entrada, abriendo un poco el cierre para descubrir la procedencia del ruido.
Lo que vio lo dejó atónito.
Una especie de burbuja flotaba en el aire, a unos centímetros del piso. Tenía un diámetro de 2 metros y estaba llena casi hasta el tope de agua. Julián estaba dentro, bañándose. Y Cristian fuera de la burbuja, en el suelo a poca distancia, parecía exprimir su concentración.

- ¡Wow! ¿Qué es eso? ¿Qué hacen? - Preguntó Tadeo desde la carpa maravillado.
- ¡Nuestro propia ducha, amigo! - Le respondió Cristian feliz, pero al hacerlo, un poco del agua se escapó de la burbuja.

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Los tres amigos pararon, comieron de las provisiones que llevaban consigo, calentadas en la fogata creada por Tadeo y descansaron tendidos en la hierba.

- Chicos... ¿Qué piensan de entrenar entre nosotros? - Preguntó Tadeo.
- Estaría bueno... - Dijo Cristian.
- Está en mis planes, una vez consigamos un Manipulador Tierra. - Respondió Julián.
- Ahh... - La voz de Tadeo demostraba desconcierto.
- Pero podríamos ir aprovechando el camino hasta "El Pedruzco" y entrenar entre nosotros. ¿No? - Agregó Cristian.
- No me molesta. Siempre y cuando eso no nos demore el viaje. - Dijo el Manipulador Aire.
Por otro lado, vos y yo tenemos poco que aprender el uno del otro; pero si mucho de Tadeo y del don del Fuego...
- Si, cierto. - Le respondió Cristian mirándolo con cariño.
- ¿Ustedes practicaron juntos ya? - Preguntó Tadeo.
- Claro. Todo el tiempo. En todo lo que se nos ocurra. Pudimos hacer varias cosas locas. - Respondió su mejor amigo.
- ¿Ah si? ¡Que genial! ¿Como qué?
- Mmm... Ya verás. Si pasamos por algún espejo de agua, te mostramos.
- ¿Espejo de agua? - Tadeo no sabía a qué se había referido Cristian.
- Si Teddy, espejo de agua. Un lago, o río, o lo que sea hecho de agua.
- Ahh bueno, dale. - Agregó Tadeo interesado.

El grupo emprendió viaje otra vez. La llanura continuaba en su camino hacia el norte, aunque en el horizonte ahora se podían vislumbrar cada vez más árboles.
Los amigos caminaron hasta el anochecer y decidieron acampar.
Tadeo preparó la fogata y se encargó de la cena, mientras que los novios armaban la carpa para dormir.

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- ¿Te acordás lo que nos contaste que hiciste en la segunda prueba? - Preguntó Julián.
- ¿Lo de que perdí el control?
- Lo de que volaste.
- Emm... Si... Bueno, no volé... Más bien floté... Y después salí disparado...
- Eso mismo. Bueno... ¿Por qué nunca lo habías hecho?
- Y yo qué se... No podía...
- ¿Y de repente pudiste? ¿De verdad pensás eso? - Le dijo Julián con cara de enojo.
- No... No se... No lo pensé mucho.
- Deberías. La reflexión puede ser la clave del progreso personal. En fin. Dudo seriamente que hayas podido de repente hacer tal cosa. Si creo que eso te haya marcado, y haya elevado tu poder. Todos sabemos que las situaciones límite y los estallidos de adrenalina expanden nuestro poder un poco más allá de lo anterior, aumentándolo permanentemente. Eso llamado Ascensión...
- Ah si... Supuse que tuve una Ascensión en esa prueba... Entonces... ¿Estás diciendo que puedo volar y nunca lo hice?
- Estoy diciendo que nunca lo hiciste porque nunca lo intentaste. Porque nunca se te ocurrió tratar de hacerlo. A ESO me refiero con que seas curioso. Intentando cosas, vas a conocer tus verdaderos límites.
- Ah... Ahora entiendo... Me gusta la idea.
- Es por eso que quiero un Manipulador Tierra con nosotros.
- ¿Para poder intentar más cosas? - Preguntó Tadeo.
- Exactamente. Eso... Y para saber como vencerlos. - Agregó Julían con un brillo en los ojos.
- ¿Para qué...?
- Me aburro chicos. Y tengo hambre. ¿Paramos a comer? - Interrumpió Cristian.

Era un buen lugar, la llanura se extendía a lo largo del paisaje, había árboles brindando una placentera sombra en ese mediodía. Su ciudad estaba ya lejos al sur.

- Dale, comamos. - Dijo Julián.

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- Ahh no tenía idea. - Dijo Tadeo sorprendido.
¡Gracias! ¡De verdad! Y perdón Juli por hacerlos esperar...
- No te preocupes, le di un buen uso al año sabático. - Respondió Julián.

Y Tadeo no lo dudó. Siempre supo que Julián destacaba en su ciudad dentro de los jóvenes Manipuladores. Pero últimamente había visto que el dominio de sus dones que poseía el Manipulador Aire era excelente; no creía haber visto a nadie tan joven desenvolverse tan bien.

- ¿Y qué hiciste? ¿O cómo progresaste? ¿Me podés ayudar?
- Mmm... Si y no. Puedo darte consejos y hablarte desde mi experiencia. Pero no puedo desarrollar tus poderes, eso es cosa tuya. - Respondió Julián.
- Bueno... ¿Y qué me recomendarías?
- Que seas curioso.
- ¿Eh? - Dijo Tadeo pasmado.
- Jaja, Julián tiene sus métodos Teddy... Rebuscados quizás. Poco... "didácticos", tal vez. Pero a él le dieron resultado. - Acotó Cristian.
- No entiendo.
- A ver... Tadeo. ¿Cuál es el límite de tu poder? - Preguntó Julián.
- ¿El límite? ¡Yo qué se! ¿Cómo podría saberlo?
- ¿Y cuál suponés que es?
- Mmm... No se... No creo que pueda hacer grandes cosas por ahora... No tengo mucho poder. Y tampoco tanto control...
- Ahí está tu error. Tu límite no lo determinan tus habilidades, ni tus dones. Lo determina tu mente y tu creatividad.
- ¿Eh? ¿Cómo? - Preguntó Tadeo interesado.
- Te acordás ayer cuando nos contaste de tu examen.
- Si.