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Estela lo guió por el pasillo que tantas veces había recorrido, en completo silencio. Pasaron varias aulas, doblaron en una esquina, continuaron por el pasillo, llegaron a una puerta que daba a un patio y salieron.
Caminaron más de 300 metros, hasta que llegaron a una especie de claro, donde esperaba un grupo de personas.

-Bienvenido Tadeo Olivares. - Dijo un hombre de unos sesenta años y barba larga.

El grupo estaba compuesto por siete personas. Dos jóvenes de unos treinta o menos, una mujer de cuarenta, una señora que parecía haber pasado los ochenta. La otra señora que había estado hablando con Claudio en la entrada de la academia, Estela y el señor que le había dado la bienvenida.

- Nosotros vamos a ser quienes juzguemos tu habilidad y al final, los siete vamos a darte nuestra aprobación, o no. - Comenzó el señor de los sesenta años.
En el caso de tener la aprobación de cinco de nosotros, te llamaremos colega. De no ser así, tendrás la oportunidad nuevamente dentro de un año. Te recomiendo que te concentres y te esfuerces. Tené en cuenta, que si no conseguís al menos la aprobación de dos de nosotros, no tendrás derecho a continuar instruyéndote con tu maestro actual. Y para serte franco, no muchos maestros aceptan a alumnos que no lograron dos aprobaciones.
- ¿QUË? - Gritó sin querer Tadeo, horrorizado.
¡Uy! Perdón, es que no sabía...
-Ahora lo sabés. - Respondió el hombre de barba.
De todos modos, tranquilo, no es común que suceda.
No estamos acá para que desapruebes ni para negarte un derecho. La verdad, es que en el mundo hay cada vez menos Manipuladores y personalmente sospecho que vamos a necesitarlos mucho en el futuro. Como verás, nuestra voluntad es buena; pero todos los aquí presentes estamos de acuerdo en que es preferible un Manipulador menos en el mundo, que uno incapaz de manejar sus dones.

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