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- No se NADA del examen. Ni siquiera se cómo será o qué tendré que hacer...
- ¡Bah! Siempre con ese secretismo los maestros. Bueno, acá te esperamos. ¡Éxitos!
- ¡Suerte Teddy! Solo... ¡No quemes a tu profe! - Bromeó Cristian.
- Esperemos que no. Gracias chicos, nos vemos.

Tadeo cruzó las puertas de entrada, deseando que fuera por última vez.
En la academia había el mismo poco movimiento de siempre. Como decía su maestro, o la gente estaba perdiendo los dones, o las agallas.
Cerca a la entrada, estaba su maestro, Claudio. Un hombre de 40 años, cuerpo robusto y bigote.
Claudio era bien conocido en el pueblo por llevar más de 15 años tomando alumnos bajo su tutela en cuanto a la Manipulación de Fuego.
Dos señoras estaban hablando con Claudio, quien de espaldas a la entrada, no vio llegar a Tadeo.

- Buen día maestro. - Dijo Tadeo en el tono cordial con el que siempre se dirigía a Claudio.
- ¡Bueno bueno! ¡Llegaste temprano Tadeo! Las señoras ya se iban. - Agregó con una mirada que evidenciaba secretismo.

Ambas señoras saludaron con la cabeza y se alejaron por un pasillo, al interior de algún aula.

- ¿Pasó algo...?
- No Tadeo, cosas que no podes saber, Por ahora al menos. ¿Nervioso?
- ¿Debería?
- Fuiste mi alumno 5 años, si algo te sorprende o te pone nervioso, eso hablaría mal de mi.
- Gracias Claudio... Aunque no se si eso me calma o me agrega presión.
- Que quede entre nosotros... Pero tengo fe que te van a aprobar. - Dijo el maestro afectuoso.
- ¿Eh? ¿Quiénes? ¿No me vas a evaluar vos? - Preguntó con evidente nerviosismo Tadeo.

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